TRASTORNO GENERALIZADO DEL DESARROLLO: Pautas para el entorno familiar
Siguiendo con el artículo anterior Los niños con Trastorno Generalizado del Desarrollo presentan un retraso en la adquisición de las conductas esperables para su edad cronológica, sin embargo, esto no quiere decir que su capacidad mental sea inferior.
Se recomienda establecer rutinas estables, de manera que las actividades del día estén claramente definidas y el niño sepa prever lo que tiene que hacer en cada momento (hora de levantarse, ir a la guardería, comer, jugar, dormir…).
También es importante fijar límites, ponerle pequeñas normas que debe cumplir adecuadas a su edad, siendo firmes en su cumplimiento, aunque a su vez cálidos y cariñosos.
Cuando el niño va a enfrentarse a una situación novedosa o complicada, se aconseja anticiparle lo que va a suceder, de manera que lo asimile previamente y no responda de manera ansiosa. (Por ejemplo, cuando va por primera vez al cole, cuando va a venir alguien desconocido a visitarnos…)
Resulta beneficioso promover situaciones en las que el niño tenga que expresar lo que quiere conseguir, de manera que estimulen su comunicación verbal y gestual. (Por ejemplo, colocando objetos en lugares donde no pueda acceder fácilmente y necesite ayuda, hacerle preguntas, olvidarse de darle algo que necesita, etc).
Asimismo, es importante tanto dirigirse al niño con palabras y gestos adecuados, como responder consistentemente ante sus conductas comunicativas verbales o gestuales (miradas, coger de la mano, señalar, pedir cosas…).
Cuando el niño está jugando o explorando su entorno, podemos ayudarle a poner nombre a los objetos, personas, situaciones y comportamientos e intentar que lo repita en medida de lo posible.
Se aconseja que utilice teléfonos de juguete para fomentar sus intentos de comunicación y que establezca conversaciones adecuadas a su edad (Por ejemplo diciendo “Hola”, “diga”, “mamá”, “iaia”, “quién es”…).
También es bueno enseñarle los diferentes usos funcionales de los objetos para promover la imitación y el juego simbólico (Por ejemplo, arrastrar un coche y decir “Brrrr”, golpear con un martillo, dar de comer a un muñeco con una cuchara, etc).
Se recomienda mirar cuentos, fotos y revistas con el niño, mostrándole diferentes elementos y pidiéndole que señale algunos para comprobar que comprende lo que le decimos y discrimina correctamente.
Es muy importante potenciar las relaciones sociales, es decir, estar en contacto con otros niños y adultos (Por ejemplo, yendo al parque, trayendo a amigos o primos a casa, llevándolo a parques de bolas, cumpleaños, etc).
Los adultos somos sus modelos de conducta, por tanto, debemos enseñarle de qué manera comportarse en las diferentes situaciones y cómo relacionarse con los demás (mirar a los ojos, saludar, decir por favor y gracias, no gritar, etc).
Es muy beneficioso para el niño aprender a discriminar emociones, lo cual se puede conseguir poniéndoles nombre mientras las está viendo directamente en alguna persona, en alguna imagen o las está sintiendo él mismo. (Por ejemplo, decirle que otro niño está triste porque llora o que un animal está enfadado porque está en posición de ataque, etc).
Si el niño comienza una rabieta por algún motivo, se aconseja mantenerse firme ante las normas establecidas por papá y mamá y no ceder, aunque llore y grite más fuerte. En este caso se recomienda no atenderle hasta que se tranquiliza y es entonces cuando se le explica el porqué de su enfado y la causa por la que no se ha permitido que se salga con la suya.
Por supuesto, es importante reforzar los buenos comportamientos del niño, ya sea con un elogio, un beso, un abrazo, la oportunidad de ir a un sitio que le gusta, comer su comida favorita, una golosina o un juguete, etc.
Se recomienda trabajar su autonomía en casa de manera lúdica para que sea capaz de hacer cosas por sí mismo (comer solo, recoger su plato, vestirse solo, lavarse las manos...).
Los profesores deben estar al corriente del diagnóstico del niño y adecuarse a sus necesidades
Se recomienda explicar las tareas a realizar al niño de manera individual si se observa que no ha atendido o no ha comprendido las instrucciones dadas a toda la clase.
Es adecuado acompañar las instrucciones que se le dan al niño con gestos, imágenes, objetos o palabras que él pueda asociar y ayuden a que comprenda mejor.
Es importante organizar al niño en base a rutinas estables, de manera que pueda predecir y comprender mejor lo que sucede en cada momento.
Se aconseja trabajar la autonomía y autocuidado en el niño.
Es bueno fomentar situaciones en las que el niño tenga que expresar lo que quiere conseguir, o se relacione con el resto de compañeros, de manera que estimulen su comunicación verbal y gestual.
No es extraño que en ocasiones tenga un comportamiento inadecuado o inmaduro para su edad, por lo que es importante manejarlo adecuadamente y sin frustrarlo más.
Debido a sus problemas de atención y comprensión, suele trabajar de forma más lenta, ya que tareas sencillas pueden resultarle difíciles, por ello se aconseja no apresurarlo en exceso para que el niño no se frustre.
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