Supervivientes emocionales
La pandemia se está convirtiendo
en un verdadero reto a nivel psicológico. Desde el shock inicial, el miedo al
contagio, el estrés postraumático de quienes vivieron de cerca la primera ola,
los duelos no resueltos de quienes perdieron seres queridos y no les pudieron
cuidar ni despedir, hasta la desesperanza de quienes se están quedando sin
empleo.
La pandemia se estira en el
tiempo y va exigiendo más de nosotros cada vez. Nuestros recursos psicológicos
se agotan. Palabras como “resiliencia”, “actitud positiva” o “fortaleza
psicológica” empiezan a resultarnos manidas. Estamos cansados psicológicamente.
La Navidad ha exprimido nuestras
últimas fuerzas. He visto mayores llorando porque cenaban solos en Navidad:
“Quizá nuestra última Navidad”, me decían. He visto la tristeza en la mirada de
los niños (y no tan niños) porque este año no había Cabalgata de Reyes. He
visto estudiantes que elegían quedarse en sus pisos o colegios mayores para no
poner en riesgo a sus familias. Mucha gente en el extranjero que no pudo volver
a casa por Navidad.
Veo lágrimas, y veo pérdidas. Veo
dolor emocional, y desesperanza.
Pero también veo solidaridad. Nos
unimos y nos cuidamos más que nunca. Nos llamamos, nos escribimos un mensaje.
Estamos ahí para la gente que nos importa con más presencia que nunca. Aunque
sea en la distancia.
Veo empresarios dejándose la
piel, reinventándose, buscando salidas a una crisis económica y a una situación
sin precedentes. Buscando alternativas, tratando de asegurar el empleo de su
gente.
Observo a los profesores y
maestros que no pierden el ánimo ni la sonrisa, pese al durísimo año que
llevan, pasándose a la enseñanza on line sin preparación ni apenas tiempo.
Implementando medidas en los colegios y convirtiéndose en celadores, en
enfermeros y en limpiadores. Y sin decir ni pío.
El personal sanitario que ha
demostrado ser de otra pasta, ahí siguen, al pie del cañón. Dando todo y más
pese a las condiciones en que trabajan y a los pocos recursos con los que han
afrontado la crisis sanitaria más fuerte que recordamos.
Y qué decir de los hosteleros:
sin duda el sector más vapuleado por la pandemia. Luchando, peleando por sus
negocios. Aguantando.
Así puedo seguir y seguir, la
lista es larga. Y mientras escribo esto, pienso que pese a toda la maldad que
hay en el mundo, el egoísmo, la ignorancia, la violencia… Pese a la Covid-19, y
el desempleo, y la crisis económica, y las pérdidas personales. Pese a todo, el
ser humano saca fuerza, saca empatía, saca solidaridad, saca valores, y hasta
le queda sentido del humor.
Y eso sin duda hace que no nos hayamos extinguido aún. Pese a todas nuestras imperfecciones y defectos, tenemos un enorme potencial de supervivencia emocional.
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