Hábitos de vida saludable en la infancia y su relación con el bienestar psicológico.
La
pandemia ha azotado la salud mental de todos, pero especialmente de los más
pequeños. El confinamiento, los largos períodos sin acudir presencialmente a la
escuela, y en general la limitación en el estilo de vida de los niños, han
generado una verdadera pandemia de salud mental.
Los
estudios indican un deterioro significativo en el bienestar psicológico de
niños y adolescentes que se han manifestado en aumentos en las cifras de
depresión, ansiedad, problemas del lenguaje (debido al uso de las mascarillas),
obesidad (por el aumento del sedentarismo) y adicción a las nuevas tecnologías.
Por
ello en este contexto se hace especialmente significativo recuperar e
implementar un estilo de vida saludable, entendiéndose este como el conjunto de
acciones que realiza el individuo que determinan su salud psíquica, física y
emocional.
Mente
y cuerpo van inextricablemente unidos. No se puede tener salud psicológica sin
salud física y viceversa. Por lo tanto, cuidar de la salud psicológica de
nuestra infancia pasará por sentar la base de unos hábitos de vida saludables y
de autocuidado, que adquiridos desde la niñez, acompañarán al individuo de por
vida.
La
alimentación, el sueño y el deporte son tres de esos pilares que debemos cuidar
especialmente, pues sientan las bases de nuestro estado físico y mental, y que
a menudo nos cuesta relacionar con nuestro estado psicológico o con nuestras
emocionales.
Sin
embargo, la relación entre uno y otros es evidente y viene avalada por
numerosos estudios
Una
alimentación equilibrada y variada, distribuida adecuadamente a lo largo del
día, garantizará que nuestros hijos reciban los nutrientes que necesitan para
poder cubrir dos necesidades esenciales en esta etapa de la vida: crecer, y
afrontar los desafíos del día a día. Los estudios indican, por ejemplo, que un
desayuno desequilibrado o saltarse esta comida, interfiere significativamente
en el rendimiento académico, sobre todo en aquellas asignaturas que requieren
mayor concentración, comprensión y memorización. Por otro lado, saltarse el
desayuno también tiene implicaciones a nivel de estrés, pues el hambre genera
esta respuesta en nuestro organismo. Por lo tanto garantizar que nuestros hijos
se alimentan adecuadamente es esencial para su aprendizaje, pero no solo eso.
El
intestino es nuestro segundo cerebro, hay tantas neuronas en nuestro intestino
como en nuestro cerebro. Mantener un equilibrio adecuado de nuestra microbiota
es esencial para nuestra salud mental. No podemos obviar que el 90% de la
serotonina de nuestro organismo se produce en el intestino. La serotonina es
uno de los neurotransmisores que se encargan de regular nuestro estado de
ánimo, algunos la llaman “la hormona de la felicidad”
El
sueño es otro de los pilares necesarios para cuidar la salud mental. Todos hemos
experimentado el mal humor, la irritabilidad, y la falta de concentración que
sentimos tras pasar una mala noche. Nuestros hijos se resienten especialmente
de dormir menos horas de las necesarias según su edad, o de no tener una
calidad suficiente de sueño. Implementar una buena calidad de sueño será otro
de los factores si queremos hijos emocionalmente fuertes y estables.
El
deporte sería el tercero de estos tres hábitos saludables esenciales que
sentarían las bases del bienestar psicológico. La relación entre estado de
ánimo y actividad física, ampliamente estudiada, es indudable: además de
prevenir la obesidad, genera endorfinas y otras sustancias que influyen muy
positivamente en nuestro estado de ánimo.
Lamentablemente,
nuestros pequeños tienen cada vez un estilo de vida más sedentario, pasan más
horas con la tecnología y menos al aire libre, jugando o practicando deporte.
Proporcionar
a nuestros hijos un estilo de vida activo, en el que demos prioridad a
actividades al aire libre y a la práctica frecuente de actividad física nos
ayudará a lograr eso que todos los padres perseguimos: tener hijos mentalmente
sanos, fuertes, equilibrados y felices.
Úrsula
Perona
Bibliografía
1.
Blair SN, Morris JN.
Healthy hearts-and the universal benefits of being physically active: Physical
activity and health. Ann Epidemiol 2009;19(4):253-6.
2. Deslandes A, Moraes
H, Ferreira C, Veiga H et al. Exercise and mental
health: Many reasons to move. Neuropsychobiology 2009;59(4):191-8.
3. Dunn
AL, Trivedi MH, Kampert JB, Clark CG et al. Exercise treatment for
depression-efficacy and dose response. Am J Prev Med 2005;28(1):1-8.
4.
El Ansari W, Stock C. Is the health and wellbeing of university students
associated with their academic performance? Cross sectional findings from the
United Kingdom. Int J Environ Res Public Health 2010;7(2):509-27.
5.
Low Dog T. The role of nutrition in mental health. Altern Ther Health Med
2010;16(2):42-6.
6.
Canals-Sans J, Hernández-Martínez C, Sáez-Carles M, Arija-Val V. Prevalence of
DSM-5 depressive disorders and comorbidity in Spanish early adolescents: Has
there been an increase in the last 20 years?Psychiatry Res 2018;268:328-34
7.
Quehl R, Haines J, Lewis SP, Buchholz AC. Food and mood:Diet quality is
inversely associated with depressive symptoms in female university students. Can J Diet Pract Res
2017;78(3):124-8.
8. Fernández Morales,
I., Aguilar Vilas, M.ª V., Mateos Vega, C. J., & Martínez Para, M.ª C..
(2008). Relación entre la calidad del desayuno y el rendimiento académico en
adolescentes de Guadalajara (Castilla-La Mancha). Nutrición
Hospitalaria, 23(4), 383-387. Recuperado en 27 de marzo de
2022, de
http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0212-16112008000500011&lng=es&tlng=es.
9. Lizondo-Valencia, R., Silva, D., Arancibia, D., Cortés, F.
& Muñoz-Marín, D. (2021). Pandemia y niñez: efectos en el desarrollo de
niños y niñas por la pandemia Covid-19. Veritas & Research, 3(1),
16-25.
No hay comentarios: