ELIGE SENTIR EL DOLOR PARA PODER SALIR DE ÉL
“También esto pasará”
Milena Busquets
Una ruptura sentimental es una de las situaciones más dolorosas que puede sentir una persona. Como todas las pérdidas, requiere un período de duelo en el que atravesaremos por varias fases. Sin embargo, a veces luchamos contra el dolor que sentimos, parece que queremos estar bien enseguida, sin permitir el tiempo necesario para curar esas heridas.
Cuando algo nos duele, solemos querer quitarnos el dolor, aunque frecuentemente no sabemos cómo. Te gustaría tener una pastilla que te lo quitara de una vez, pero no existe. Lo que hay que hacer, paradójicamente, es tomar conciencia del dolor y sentirlo plenamente. Cuando nos resistimos a algo, éste persiste. Es como cuando tenemos una herida: lo primero que hay que hacer es drenarla y limpiarla bien con un desinfectante, aunque nos dé miedo lo que va a doler. De no ser así, se infecta y dura mucho más.
Cuando nos damos cuenta de qué sentimos, cómo lo sentimos, dónde lo sentimos, y nos permitimos dejar que esas sensaciones, sentimientos y emociones pasen a través de nosotros, en vez de bloquearlos para no sentirlos, el dolor va bajando en intensidad. El dolor está hecho de emociones y sensaciones y sentimientos o explicaciones que nos damos a nosotros mismos acerca de lo que estamos sintiendo.
Es tan importante que no nos quedemos inmersos en la sensación de malestar, como que no la bloqueemos.
Para salir del dolor tenemos que poner la atención en nuestro cuerpo y dejar que pase a través de nosotros. Hacer todo lo contrario a lo que hemos venido haciendo, que es resistirnos a sentir lo que estamos sintiendo. Por ejemplo, si noto que tengo el corazón acelerado y que esto va a acompañado de respiración entrecortada, si percibo cambios en la temperatura y me sudan las manos y me preocupo y me digo a mí mismo persistentemente: “Esto o puede ser”, “Estoy mal”, etc., entonces lo que hago es incrementar el malestar.
Si, por el contrario, noto los síntomas que he descrito y me digo a mí mismo: “Parece que estoy nervioso, o un poco acelerado, voy a ver qué puedo hacer para relajarme y cambiar este estado…”, entonces, al tomar conciencia de lo que siento y dejarlo pasar a través de mí, voy a irme relajado y el malestar desaparecerá poco a poco. Nada dura eternamente.
Las emociones bloqueadas producen dolor emocional, que es energía no definida y mezclada y contenida en el cuerpo. Esto hace que no sepamos explicar que nos pasa: decimos que nos sentimos mal, que estamos a disgusto, desconcertados… desgraciadamente, a veces tardamos mucho en atender las emociones y ese dolor se manifiesta psicosomáticamente: una manifestación corporal del dolor. Por otro lado, la falta de sensaciones, el hecho de anestesiar lo que sentimos, también produce dolor.
Por eso, en el momento de la ruptura surgen todas aquellas emociones y sentimientos no expresados, retenidos y ocultados tanto actuales como del pasado. Sentimos un torbellino emocional que pide que lo revisemos, aclaremos y reorganicemos de cara al futuro. Así pues, en el fondo esta crisis nos está ayudando a conectar con los sentimientos y emociones que hemos pasado al inconsciente, a reflexionar sobre ellos y dejarlos salir.
En vez de tratar de controlar, interrumpir, cambiar o evitar la experiencia de la emoción, hace falta que aprendamos a vivir en armonía. Dejar fluir la emoción para que vaya bajando en intensidad. Para conseguirlo es importante aprender a integrar el pensamientos y la emoción: “Es necesario integrar la cabeza y el corazón para ser capaz de vivir tan apasionadamente como reflexivamente”.
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