¿QUÉ ES LA DISONANCIA COGNITIVA Y CÓMO NOS AFECTA?
La Disonancia Cognitiva se produce cuando existe discordancia entre el
sistema de valores y creencias de una persona y sus actos. Cuando nuestro
pensamiento entra en contradicción con nuestros actos, se genera tensión y
malestar. El ser humano tiende a huir de las sensaciones de displacer, por lo
que buscará volver al equilibrio y coherencia de una forma u otra.
Algunos ejemplos de disonancia cognitiva serían los que se producen cuando
por ejemplo:
- * Pese a saber
que fumar perjudica gravemente la salud, mantenemos esa adicción y justificamos
esa conducta diciéndonos a nosotros mismos: “de algo hay que morir”, “la vida
es para disfrutarla” y afirmaciones similares.
- * La operación
bikini. Decidimos ponernos a dieta y quitarnos esos kilitos que hemos acumulado
durante el invierno, pero tras unas semanas de sacrificio, abandonamos. Para
justificarnos, nos decimos a nosotros mismos: “¡No me compensa la dieta! ¡Yo
disfruto comiendo!”, “bah, en realidad estoy bien así”
- * En una secta
estaban convencidos de que el mundo finalizaría un determinado día. Cuando
pasada esa fecha, comprueban que no ha llegado el apocalipsis, se convencen a
sí mismos de que lo que ha sucedido no es que las predicciones fueran erróneas,
sino que con sus rezos y buena conducta han modificado el curso de la historia.
La disonancia cognitiva es un fenómeno común y que suele darse con cierta
frecuencia. Tiene una función: entrar en conflicto cuando incurrimos en
incoherencias nos permite mantener nuestra conciencia moral y nuestro sistema
de valores y creencias. Así, manteniendo estable nuestra conciencia moral,
conseguimos una estabilidad en la conducta.
Cuando se produce la disonancia cognitiva se activan varias estrategias que
nos permiten volver al equilibrio:
- - Cambiar el comportamiento para que vuelva a ser coherente con nuestro sistema de creencias. Si tras un proceso de razonamiento y reflexión consideramos que nuestra conducta nos produce malestar, nos hace sentir incómodos con nosotros mismos, y entra en conflicto con nuestra conciencia, la modificaremos para mantener el sistema de creencias intacto y ajustarla a él de nuevo.
- - Alterar el sistema de valores y creencias, flexibilizando o modificando algunas creencias muy rígidas o que nos están resultando dañinas. A veces sucede lo contrario: es necesario modificar algunos esquemas de pensamiento demasiado rígidos, autoexigentes o poco realistas, que acaban entrando en conflicto con nuestros verdaderos deseos y emociones. Escucharse y sentir qué es lo que de verdad queremos puede llevarnos en ocasiones a revisar nuestros valores y cambiarlos por otros más flexibles, más amplios o que den cabida a nuevas formas de comportarse.
- - Auto engañarse o “salir en falso” de la disonancia cognitiva. Mentirse a uno mismo y mantenerse en la contradicción.
Las dos primeras salidas son constructivas, ya que en un sentido o en otro,
nos ayudan o bien a reacomodar la conducta, o bien a modificar el sistema de
valores. En ambos casos se tiende al equilibrio y permiten un crecimiento y
maduración. La tercera salida es la que resulta más contraproducente, pues nos
mantiene en la incoherencia y el autoengaño, y no hace sino posponer el
problema.
Cambiar es crecer, y la contradicción es un cambio. Sin movimiento, sin
ajustes y sin conflictos, no se produciría crecimiento personal. Y madurar
emocionalmente requiere un proceso de cuestionamiento y reajuste constante.
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