FRACASO ESCOLAR: Causas y soluciones


En muchas ocasiones no nos explicamos por qué nuestros hijos llegan a casa con tantos suspensos. El fracaso escolar es una de las dificultades más importantes con las que se enfrentan nuestros hijos, y un reto para los padres. Conocer las causas del mismo son el primer paso para poder atajar el problema y no dejar que vaya pasando el tiempo y las lagunas sean tan grandes que llegue un momento en que poco se pueda hacer.

¿Qué puede esconderse detrás del fracaso escolar?

Son muchas las causas que pueden estar incidiendo en el correcto rendimiento académico de nuestros hijos.
En primer lugar hay que descartar trastornos del aprendizaje, como la dislexia, el trastorno de la expresión escrita o el trastorno del cálculo, entre otros. Estas dificultades en muchas ocasiones pasan desapercibidas durante años, pero inciden muy significativamente en el aprendizaje.

También pueden existir problemas de atención. Si nuestro hijo tarda muchísimo tiempo en hacer los deberes, está ensimismado, parece incapaz de organizarse, comete muchos errores en las tareas…puede que estemos ante un déficit de atención.

Por otra parte, hay ocasiones en que no hay un trastorno o patología concreta, sino que se trata de falta de hábito y de las adecuadas técnicas de estudio. Saber planificarse, organizar, secuenciar las tareas, prestar atención a lo relevante…etc. permite mejorar notablemente los resultados académicos. Las reeducaciones en este sentido son muy eficientes, pues consisten en dotar al niño de las estrategias necesarias para sacar el máximo partido a sus recursos cognitivos: es decir, dar lo mejor de sí mismos.




¿Qué podemos hacer?

Ante los suspensos de nuestos hijos, no podemos quedarnos parados. Hay que averiguar las causas de los mismos. Consultar con un profesional para averiguar cuál puede ser el problema que se esconde tras las malas notas es el primer paso.
El psicólogo trabajará conjuntamente con padres y profesores para tratar de dar solución a estas dificultades académicas, que tan negativamente influyen tanto en el niño como en los padres. Tras el proceso de evaluación, se diseña un plan de intervención con objetivos concretos a trabajar con el niño para mejorar la atención, la memoria, la reflexividad, técnicas de estudio…etc.
Con la adecuada intervención psicopedagógica y el apoyo necesario ante las dificultades concretas que tenga nuestro hijo, los resultados pueden cambiar significativamente.

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