Los campamentos de verano


Llegan estas fechas en las que se aproximan las vacaciones escolares, y algunos papás empiezan a valorar la idea de enviar a sus hijos a un campamento de verano. Y son muchas las dudas que les asaltan. Empecemos por la primera:

¿A qué edad es bueno que los niños vayan de campamento?
No hay una edad exacta, depende de la personalidad y la madurez de cada niño. Por lo general, a partir de los siete años los niños empiezan a sentirse lo suficientemente seguros para poder ir de campamento. Pero también depende de muchos factores: si va a ir solo o con otro hermano, si ha dormido antes fuera de casa o no…etc.

Y si no quiere ir… ¿le obligo?
En primer lugar habría que averiguar por qué no quiere ir. Cuáles son los motivos de esa resistencia: "no conozco a nadie", "os echaré mucho de menos", "tendré miedo por la noche", "me hago pipí en la cama" …
Una vez identificado el motivo, podemos ofrecer soluciones o dotar al niño de recursos para afrontar ese temor y poder disfrutar de esa experiencia. Por ejemplo, si se hace pipí en la cama, podríamos explicarle que es algo muy común en los niños de su edad, y hay maneras de que usen la braguita pañal sin que se note ni nadie se entere ( ponérsela en el baño, esperar a que duerman los compis y ponérsela entonces…etc.) Se trata de normalizar el problema y enseñarle al niño soluciones.

Si su miedo está relacionado con el hecho de ir solo y no conocer otros niños, es una buena oportunidad para trabajar habilidades sociales. Explicarle que el resto de niños están en su misma situación, y todos con ganas de conocerse y hacer nuevos amigos. Que tener la oportunidad de conocer gente nueva siempre es enriquecedor, y que aunque cueste un poquito al principio luego vale la pena. Podremos jugar con él y hacer role playing de cómo presentarse a un desconocido, como invitar a otro niño a jugar etc...

Es posible también que su resistencia esté relacionada con estar lejos de mamá y papá tantos días. En principio es muy importante adecuar la duración del campamento a la edad del niño. Entre siete y nueve años, y dependiendo de cada niño y su experiencia previa, podemos empezar por campamentos de fin de semana, o de una semana. No se recomiendan campamentos más largos a estas edades, aunque como digo depende de cada caso.

Es importante que nos mostremos comprensivos y les hagamos ver que nosotros también les echaremos de menos, pero que ese no es un motivo para estar tristes. Es algo que demuestra cuanto os queréis. Y hay que aprovechar esos días para disfrutar de esa experiencia y de los amigos, y con los papás podrán pasar el resto del verano.

También podemos averiguar previamente qué formas de comunicación padres-hijos establece el campamento, ya que suelen dejar una hora al día para que podamos llamar a los niños, o también ofrecen la posibilidad de enviarles mails, que luego leen ellos.

En términos generales esos son los miedos o aspectos que les pueden frenar un poco a la hora de ir a un campamento, sobretodo a los más peques.

Pero por lo general, vencidas esas resistencias iniciales, es una oportunidad maravillosa para aprender, divertirse, ganar autonomía y responsabilidad, conocer gente nueva y ser más independientes.

Otro aspecto a valorar es el tipo de campamento al que podemos enviar a los niños. Los hay de muchas temáticas diferentes: deportes acuáticos, multiaventura, naturaleza, granjas, inmersión lingüística... es importante sobre todo la primera vez, que vaya a uno que esté cerca de casa ( os dará tranquilidad a todos), y que sea de un tema que interese y motive al niño. Por ejemplo plantear una inmersión lingüística en un niño muy pequeño y que no domina bien el idioma, puede ser verdaderamente estresante para el niño y arruinar su experiencia.

Por último recordar que a veces son nuestros miedos, y no los suyos, los que nos frenan. En ese caso, puede tranquilizarnos visitar previamente las instalaciones, hablar con otros padres que ya conozcan el campamento, etc.

[Foto: Campamento UCM]

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