TRASTORNO DELIRANTE (Parte 1)
¿Qué es el Trastorno Delirante?
Se trata de un trastorno psicótico caracterizado por la intromisión por ideas delirantes, presentando ausencia de cualquier otra psicopatología. La persona con dicho trastorno no presenta los criterios de una esquizofrenia o no tiene alucinaciones visuales, auditivas u olfativas.
Puede pensarse que una persona con este trastorno actúa de forma extraña o no es funcional debido a la idea delirante, pero no es así. El paciente puede verse más abrumado por el efecto dominante de las creencias anormales, que por el propio trastorno. Sin embargo, los delirios suelen venir de tiempo atrás y persisten durante los años.
Las personas que lo padecen, suelen presentar estas características:
- Expresan una idea o creencia con una persistencia excesiva
- A pesar de su convicción profunda, hay un cierto secretismo o sospecha cuando el paciente es preguntado sobre el tema
- Tienden a estar sin humor e hipersensibles, especialmente respecto a su creencia.
- Tienen un carácter de centralidad: independientemente de lo improbable que sean las cosas que le ocurren, el paciente lo acepta sin casi cuestionárselo
- Si se intenta contradecir su creencia es probable que levante una fuerte reacción emocional, con irritabilidad y hostilidad
- La creencia es, cuando menos, improbable
- La idea delirante ocupa una gran parte del tiempo del paciente, y abruma otros elementos de su mente.
- El delirio, si se exterioriza, conduce a comportamientos anormales y fuera de lugar, aunque quizás comprensibles conocidas las creencias delirantes.
CRITERIOS SEGÚN DSM V
A. Presencia de uno (o más) delirios de un mes o más de duración.
B. Nunca se ha cumplido el Criterio A de esquizofrenia.
Nota: Las alucinaciones, si existen, no son importantes y están relacionadas con el tema delirante (p. ej., la sensación de estar infectado por insectos asociada a delirios de infección).
C. Aparte del impacto del delirio(s) o sus ramificaciones, el funcionamiento no está muy alterado y el comportamiento no es manifiestamente extravagante o extraño.
D. Si se han producido episodios maníacos o depresivos mayores, han sido breves en comparación con la duración de los períodos delirantes.
E. El trastorno no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia o a otra afección médica y no se explica mejor por otro trastorno mental, como el trastorno dismórfico corporal o el trastorno obsesivo-compulsivo.
Tipos
- Erotomaníaco: el tema central del delirio es que otra persona está enamorada del individuo.
- De grandeza: el tema central del delirio es la convicción de tener cierto talento o conocimientos (no reconocidos) o de haber hecho algún descubrimiento importante.
- Celotípico: el tema central del delirio es que su cónyuge o amante le es infiel.
- Persecutorio: el tema central del delirio implica la creencia del individuo de que están conspirando en su contra, o que lo engañan, lo espían, lo siguen, lo envenenan o drogan, lo difaman, lo acosan o impiden que consiga objetivos a largo plazo. Es el más frecuente. La idea delirante puede surgir a partir de un hecho real que el paciente exagera desproporcionadamente. Puede intentar remediar esta situación mediante acciones legales, o agrediendo a las personas que considera que le están infringiendo o buscan su mal. Generalmente, se encuentran enfadados, irritables y suspicaces.
- Somático: el tema central del delirio implica funciones o sensaciones corporales alteradas. Por ejemplo, pensar que el cuerpo presentan alguna malformación, o que emite un olor desagradable.
- Mixto: este tipo se aplica cuando no predomina ningún tipo de delirio, presentándose varias temáticas conjuntamente.
- No especificado: este subtipo se aplica cuando el delirio dominante no se puede determinar claramente o no está descrito en los tipos específicos (p. ej., delirios referenciales sin un componente persecutorio o de grandeza importante).
CARACTERÍSTICAS DE LOS DELIRIOS
- Incorregibilidad: algunos autores opinan que los delirios son incorregibles, sin embargo, la evidencia ha demostrado que pueden llegar a corregirse presentando evidencias en contra. En primer lugar, el sujeto renuncia la veracidad de las evidencias. Pero puede darse una segunda fase en la que cuestione sus creencias delirantes, conviviendo éstas con la realidad. La tercera fase supondría la aceptación de tales evidencias.
- Apoyos sociales: se piensa que el paciente encuentra constantemente evidencias en contra de las creencias delirantes. Esto no es del todo real pues, normalmente, en la vida cotidiana, las personas a las que les cuenta su creencia delirante no les suelen contradecir para evitar malas reacciones por su parte.
- Intensidad o convicción: grado de convicción que tiene el sujeto sobre la creencia. La convicción en el delirio suele ser absoluta.
- Preocupación: las creencias delirantes causan en los sujetos que las tienen preocupación, no pudiendo evitar tener pensamientos rumiativos.
SESGOS Y DISTORSIONES QUE MANTIENEN EL DELIRIO
- La inercia para mantener creencias: las creencias tienden a mantenerse en el tiempo, siendo difíciles de cambiar.
- La influencia en la conducta: en el mantenimiento de los delirios hay dos círculos viciosos: primero, los delirios influyen en la conducta; segundo, los delirios deterioran el respeto que los demás otorgan al paciente. Estos dos factores reforzarían la necesidad de compensar la autoestima mediante la interpretación delirante.
- Profecía autocumplida: los delirios hacen que las personas tengan una conducta que se corresponda con el delirio y, esa conducta, puede hacer que el contenido del delirio se convierta en realidad. Ej: los delirios de persecución se vuelven válidos como resultado de la conducta antisocial del paciente.
- Sesgos en las atribuciones: los humanos no nos comportamos como científicos profesionales. Tendemos a emplear estrategias verificacionistas (buscamos ideas acordes con nuestro pensamiento) a la hora de probar nuestras hipótesis. Estas razones harían que los delirios no se autocorrijan.
- Sesgos en el razonamiento: los pacientes con delirios parecen ignorar los datos procedentes de otras experiencias que contradicen la idea delirante.
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